on el pasar del tiempo en esta nueva organización hospitalaria que reconstruimos desde cero uno como director puede contar muchas historias, relatos sobre metas ganadas, otras que faltan por alcanzar y también de otras cosas que dejaron de ser metas y por supuesto que dejaron de ser importantes. Ha habido una reconstrucción increíble de imagen de esta institución, ya no existe nada del pasado en ninguno de sus pasillos, solo existen personas que están de acuerdo con nuestra propuesta de futuro, un futuro que esté marcado por nosotros mismos y no por la majadería de los demás.
Cada miembro del personal incluyéndome a mi como director hemos tenido que forjar nuestro carácter a una velocidad frenética, no había tiempo para reparos de ningún tipo, todo era avanzar y construir caminos a soluciones concretas, construcciones acompañadas de un sin fin de demoliciones, rupturas de lazos, limpieza de entorno, fortalecimiento interno y un largo etcétera. Se logró el objetivo, estamos en otra vereda más tranquila en donde podemos todos caminar de forma más cómoda, en donde ya no es necesario llevar equipajes pesados de apariencias fingidas y falsos lazos fraternales, una vereda donde ya no es necesario estar amarrado a una falsa esperanza para seguir caminando.
Estas antiguas falsas esperanzas a muchos del staff antiguo de esta institución los hicieron decepcionarse más de la cuenta y creo que por la misma razón decidieron forjar su carácter y hacer surgir este proyecto hospitalario, las falsas lealtades estaban a la orden del día en estos antiguos pasillos los cuales pueden atestiguar mejor que nadie cuantas veces se prometió fidelidad y fraternidad en vano, nunca hubo una real intención de cumplir tales promesas, promesas que simplemente existían por un protocolo no escrito.
Creo haber perdido la cuenta cuantas veces sobaron mi lomo cuando trabajaba en la ambulancia diciéndome cosas como «eres lo mejor que pudo haberme pasado en mi vida», «sin tu ayuda no sabría que hacer» y muchas otros equivalentes que al pasar de poco tiempo se esfumaron junto con su presencia, nunca más supe de esa gente y si alguna vez me los tope en algún rincón de la ciudad su indiferencia fue absoluta. A estas alturas lo que escribo en esta bitácora del director no debería sorprender a nadie, pero es inevitable darse cuenta lo tonto que uno puede ser al enlazar parte de tu vida en falsas esperanzas que en algún momento maldito se vieron como promesas factibles.
Hay un letrero en la sala común de este complejo que construimos el vice-director (mi compañero fiel desde la ambulancia en la que nos conocimos) y yo que luego fue refinada por todo el staff de este instituto que refleja lo aprendido y que nos ayuda a poner ancla a nuestra cabeza en nuestros tiempos de descanso que dice “Que nadie venga a decirnos nada, porque nunca estuvieron acá y nunca lo estarán…..no nos arrepentimos de nada”
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