“Señor, usted es un hombre muy calificado, pero me temo que no es lo que buscamos en nuestra empresa”….esa frase, esa estúpida frase se ha vuelto mi karma en estos últimos meses, un karma del cual no he podido escapar, pero del cual he decidido ponerle fin. Todos aquellos quienes me rechazaron no son más que yo, así que los reduciré a lo que son…A NADA. Estoy consciente que esta decisión que he tomado me llevara a una ruta sin escape y tampoco sin fin, ¡pero qué más da!, si lo he perdido todo por el egoísmo de estos mal nacidos, esto solo será mi justicia divina.
Fue así como comenzó todo primero era piadoso y les daba una muerte pronta a mis primeros ex-empleadores, pero luego me di cuenta que eso no era suficiente para que mi karma estuviese en balance, ¡ELLOS DEBÍAN PAGAR MÁS!, fue así como todo escaló sin fin, primero fueron sus esposas, luego sus hijos y luego toda su dignidad y humanidad era quebrantada por mi propia mano, todo esto teniendo a media policía siguiendo mis pasos, pero la practica hace al experto, y yo ya me había convertido en un maestro de la tortura, la tiranía y por supuesto del escape.
Ya he perdido la cuenta de cuantos bastardos han pasado por mi manos, cada uno humillado, torturado y violado sin piedad, ver su almas quebrarse frente a mis ojos era mi justicia y mi alimento. Ya tenía tanta experiencia que me volví irrastreable por la policía, tanto así que ya ni siquiera la corte puede culparme de algo, ya que toda evidencia que alguna vez existió de mi existencia la he hecho desaparecer, me convertí en un fantasma, el verdugo perfecto, pero hubo un instante en cual no logre ser invisible, ese momento fue cuando conocí al agente.
Haciendo perspectiva no me arrepiento de ese error, olvidar un guante intencionalmente con mi sangre en una escena del crimen, en cierta medida me confié y quise darle un poco más de riesgo a mi rutina mortal, pero nunca pensé que alguien me pudiese rastrear como lo hizo este hombre.
A sabiendas de que este hombre me estaba siguiendo los paso, decidí esperarlo ya más que mal he hecho lo que he querido y darle fin a esta carrera era solo cosa de tiempo, por lo que me senté en mi parque favorito, para al menos morir en donde alguna vez fui alguien, pero para sorpresa mía este hombre llegó sin refuerzos, sin prisa y sin ningún miedo en sus ojos, fue ahí cuando entendí que estaba al frente a un animal de mi misma especie. Le pregunté su nombre y me respondió: “eso no importa, los vagabundos no tenemos nombre”
Cero Absoluto por Raúl “El Búho” Muñoz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.