Acá el tiempo pasa sin muchos contratiempos, somos una familia pequeña ya que solo somos mi padre y yo y nos esforzamos todos los días para ser lo más felices posibles desde que mi madre nos dejó y se fue a un lugar mejor, ella la mujer mas increíble que yo pude haber conocido en mi vida, fue una mujer que amó toda su vida a mi padre y que cuido de mi como si fuera su hijo biológico. Así es, yo soy un joven rescatado por esta hermosa familia de dos personas y que ahora de grande no sabe más que agradecerles por todo el amor que me brindaron de vuelta, lamentablemente el tiempo no estuvo de mi parte y no pude retribuir a mi madre todo lo que ella me dio, por lo que con mi padre hicimos una promesa en honor a ella, la cual sería nuestra razón de vida desde ese día en adelante, todo ese amor que no pudimos darle a este ángel guardián que nos cuido lo entregaremos a quien más lo necesite. No iniciamos ninguna fundación, ninguna entidad de caridad, sino que más bien cambiamos nuestra actitud de vida hacia los demás.
Como negocio familiar poseemos una funeraria, de hecho nosotros mismos enterramos y dimos digna sepultura a nuestro mayor tesoro de vida, por lo que sabemos muy bien con mi padre lo que es la pérdida de alguien querido y por sobretodo lo que es “el amor roto”,es por eso que cada persona que pisa esta funeraria ya no son cliente, son compañeros de transito a los cuales tratamos de acompañar lo máximo posible mientras “los amores rotos” son reparados. Es así que hemos recibido un sin número de personas con una gran cantidad de historias de las cuales también nosotros hemos aprendido, pero hay una en particular que no he podido olvidar hasta ahora.
Era un día Sábado, ya habíamos arreglado todo para retirarnos a casa con mi padre para descansar y llega una persona al despacho preguntando “Aquí arreglan amores rotos?”, mi padre escucho eso y me dijo muy dulcemente “Hijo, yo iré a revisar unas cosas en bodegas, tú atiende al joven del despacho, no olvides tomarte todo el tiempo que necesites”, el nunca dice cosas como esas, por lo que intuí que este compañero de viaje sería especial.
Me acerque a este joven, muy alto con un hermoso karma, pero su rostro reflejaba una tristeza infinita y le pregunte “quien te ha dejado de acompañar amigo?” y él me responde “nadie, ese es el problema” y yo algo descolocado le respondo “pero entonces donde esta el amor roto?” y enseguida me responde diciendo “en manos de alguien que no me entiende”, es ahí cuando creo entender y hago mi ultima pregunta “o esta en manos de alguien que no te quiere?”, luego de esa pregunta el joven no sabe que responder, lo invito a sentarte en el sofá del despacho y le sirvo un café helado y le digo que descanse y que se ponga cómodo, me retiro por unos 15 minutos, traigo una jarra al despacho y la pongo frente al joven y le pregunto “enterremos ese amor roto?”, este joven me mira y me pregunta “porqué debería hacerlo?” y en ese momento sale mi padre de la bodega y dice “porque hay cosas que simplemente no se pueden reparar”
Casos de Vida por Raúl “El Búho” Muñoz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.