Casos de vida – La nueva ruta

Creo que ver la imagen de un completo desconocido dándome una lección de vida era una situación que nunca espere, así que dejé mi orgullo de lado y acepte el consejo, comenzar una nueva ruta, quedarme parado como idiota no resolvería nada. Hace ya más de medio año que trabajo con el hombre de la funeraria y su hijo, he aprendido muchísimo de ellos y por mi parte creo que estoy aportando mi grano de arena en rellenar, aunque sea un poco, el vacío que les dejo la partida de la mujer de mi nuevo tutor y madre de mi nuevo amigo, y de cierta forma las enseñanzas que dejó esa persona en esta familia también las estoy recibiendo yo. He aprendido a caminar de nuevo sin duda, he aprendido un par de trucos para no tropezar tan seguido y me he mantenido recto y con metas claras durante esta nueva realidad que estoy viviendo, pero nunca se ha ido el miedo de repetir los errores que alguna vez me tuvieron caminando sin rumbo en medio de la ciudad.

En este negocio familiar he podido ver gente que ha muerto a causa de sus equivocaciones o peor aún, por errores ajenos de los cuales fueron víctimas, pero esos tristes escenarios ¿son razones para no seguir creando nuevos caminos de vida?, trato de responder esa pregunta a la luz de mi corta experiencia y no se como responder. Es algo constante en mis pensamientos y que quisiera sacar de mi cabeza, no se si es por miedo a la respuesta a la que pueda llegar o si es por una negación en mi inconsciente que no me permite ver más allá de mis propias vivencias.

Este negocio funerario no se detiene en ningún momento del año, al igual que las equivocaciones y desastres físicos-emocionales que mantiene este rubro en pie, por lo que me animé a preguntarle a mi nuevo tutor que lo mantenía en el negocio aparte de la promesa que le hizo a su esposa de mantener viva la funeraria mientras él estuviera en pie, respondiéndome con algo que marcaría mi bitácora de viaje por un buen rato:

“¿Has pensado alguna vez en las personas que limpian la plaza de la esquina?, ellos no dejan de levantar basura en todo el día, es su trabajo, pero también es una señal de que esa plaza tiene vida, que hay gente construyendo historias en esa plaza, si no hubiese nada que recoger allá, es que esa plaza dejó de vivir. Lo mismo ocurre con nosotros, somos las personas que recogemos y procesamos los cuerpos de personas que construyeron vida en su minuto, que crearon caminos, que en algún minuto se arriesgaron por un fin, no tenemos idea cuales fueron esos fines, no es labor nuestra juzgar sus acciones pero si hay algo muy claro, de que tengamos que levantar los papelitos de la gente significa que hay vida afuera, ¿te imaginas si no hubiese nada que limpiar? si ese día llegara en el futuro, significaría que la vida dejó de existir”

Licencia Creative Commons
Casos de Vida por Raúl «El Búho» Muñoz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

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