Urgencias Primarias – Contradicciones

Ya han pasado meses desde el primer caso que atendí con mi compañero de labores en el hospital y tome su consejo inicial, el querer vivir a pesar de cualquier cosa que pase, no ha sido algo fácil y ciertamente ha sido un buen modo de actuar pero aún así no me siento satisfecho con nada. Puedo medir ya de forma efectiva todos mis avances desde que comencé mi oficio en esta institución y han sido gigantes en todo sentido, a tal punto que otros colegas los notan y me felicitan por ellos, me preguntan cómo lograr tales hitos de vida y los ayudo con ello. Se que debería sentirme alegre por ese reconocimiento y por supuesto por las peleas ganadas pero no es mi realidad actual, me da un poco lo mismo la envergadura de los obstáculos superados, a estas alturas siento que han perdido su valor y que mi muralla de logros obtenidos tanto en el hospital como en la vida se han vuelto completamente irrelevantes, en cierta forma creo que me he auto-estafado.

Mientras corría esta reflexión en mi mente llega una llamada a la ambulancia en la cual curiosamente no necesitábamos la ambulancia para llegar al lugar del accidente, había que atender al hombre vagabundo que siempre ha estado en la entrada del hospital. Nos apresuramos con mi colega a atenderlo, no era nada realmente grave pero debía ser resuelto de forma rápida ya que un hombre en sus condiciones puede morir con un simple catarro. No nos demoramos más de veinte minutos en estabilizarlo y sacarlo de peligro dentro de su ya maltraído cuerpo, y un poco para aliviar el susto con la casi muerte del vagabundo de la puerta comenzamos a conversar con este personaje, de como había llegado ahí, quien era antes y quien era ahora.

El vagabundo de la puerta es un hombre que ha estado por décadas en el mismo lugar y a visto pasar generaciones de médicos, paramédicos y funcionarios de este humilde hospital donde trabajo, nos contó un montón de anécdotas de colegas pasados, muchos chismes de los funcionarios actuales e incluso muchas predicciones de contrataciones futuras, pero eso no fue lo importante de la conversación que quiero grabar en esta bitácora personal sino que un par de experiencias que me dejaron perplejo. Este hombre en un pasado fue un hombre extremadamente exitoso, con una familia perfecta y con muchísimo poder económico y tal cual como en las películas de antaño este personaje decide dejar todo y vivir una vida fuera de zona de confort, una decisión bastante cliché para mi mal gusto pero que respeto ya que en cierta manera yo estoy en la misma situación, así que me animé a hacerle una pregunta algo estúpida a mi parecer pero que el mismo hombre me corrigió diciéndome que tal pregunta era cualquier cosa, menos una pregunta estúpida.

¿Se contradice tu realidad con tu corazón? fue la pregunta que le hice a este personaje característico y oculto de este hospital y me responde “yo creo siempre es así, también creo que eso siempre sera así, no solo en mi corazón sino que es y será lo mismo en todos los corazones, no importa quien sea, siempre viviremos en eterna contradicción” . Al escuchar esa respuesta no pude evitar que cada parte de mi cuerpo se pusiera a temblar, no porque no entendiese lo que escuché, sino porque fue como escuchar una realidad que yo no quería vivir.

“El dicho popular que dice que las cosas cambian para un bien mejor es un placebo que nosotros mismos inventamos para evitar una realidad con la que lidiamos todos los días, de que las cosas simplemente cambian y eso no las hace inherentemente buenas o malas, simplemente son distintas y nada más”  fue con lo que concluyó nuestra conversación con este hombre que decidió vivir de forma distinta sin importarle en realidad si ese cambio era bueno o malo, simplemente cambio lo que era para resolver su contradicción interior, pero llegó a la conclusión de que tal choque de sentimientos nunca se resolverá porque simplemente somos así y que aunque a veces no lo aceptemos, precisamente esa tormenta interna sin fin es lo que nos hace vivir.

Tal hombre había asumido eso en su precaria realidad, él no negaba nada, no negaba estar triste, no negaba sentirse estúpido muchas veces, pero él tampoco se arrepentía de nada, algo que yo al menos admiro profundamente. Con esa imagen mental me fui a descansar a la ambulancia como ya se ha vuelto costumbre en mi, ya no me gusta ver las nubes mentales de los demás sino las entiendo, simplemente quiero por ahora resolver las nebulosas propias y así volver mi corazón más fuerte y un poco menos contradictorio.

Me senté en el asiento del copiloto de la ambulancia y me dedique a observar como empezaba a caer la nieve sobre las instalaciones del hospital, esperando de forma estúpida que mis preguntas se respondieran con solo reflexionar, no niego que a veces sirve el meditar lo vivido en el día, pero también es un proceso más horrible de lo que uno pudiese esperar. Ya había caído bastante nieve y yo aun no me movía ningún centímetro de mi asiento cuando llega mi colega de la ambulancia y me dice “no te has movido ni siquiera para tomar un poco de aliento…..¿a que pregunta buscas respuesta?” y yo le respondo “¿porque nos contradecimos?” a lo que mi colega me dice con un poco de risa “deberías agregar ¿porque como personas nos contradecimos mutuamente?”  y con esa frase me amigo de viaje se retiró por unas horas y yo seguí trabajando en piloto automático haciendo papeleo de rutina en la ambulancia.

Me dediqué a escribir lo rutinario en los reportes y me explotó una respuesta larga e incómoda en la cabeza la cual tratare de escribir en mi libreta de vida…fue algo así: “Hay cosas que uno quiere y que logra obtener, pero uno inconscientemente oculta el porqué las hace, la respuesta más obvia e ideal seria que todos esos esfuerzos se hacen para resolver una necesidad, pero la fea verdad es que muchas veces esa es la ultima razón del porque sentimos y hacemos las cosas, muchas veces las inseguridades, ansiedades y temores son los que ocupan el primer lugar como razón de vida y peor aun, nunca se sabe a ciencia cierta que sentimiento gobierna nuestra vida hasta cuando ya las pisadas fueron muchas, cuando hay que comenzar a curar las plantas de los pies para volver a caminar otra ruta la cual tampoco sabrás si es igual de incierta que el camino ya recorrido. El actuar de una forma mientras se siente de otra manera, la confusión interna al no saber si se actuó bien y otras tormentas son contradicciones con las cuales creo que viviremos siempre y que no tienen nada que ver si no nos arrepentimos de nada, la contradicción como dijo el vagabundo simplemente es y está…así de simple y horrible.”

El llegar a esa pseudo respuesta sin validación más allá de mis entrañas debo admitir que me destrozó por unos minutos cuando llega a rescatarme mi colega de la ambulancia diciendo “creo que encontraste una respuesta…tranquilidad amigo mío…debemos asumir la realidad de que al menos nosotros dos somos un par de imbéciles de corazón de oro, tal vez nadie nos extrañe, ni siquiera las personas que más queremos o que queramos que nos extrañen…estamos hechos para pelear y avanzar solos, nos equivocamos pero no nos arrepentimos de nada y lo hecho…hecho esta, a veces eso nos hace sentir mas imbéciles de lo que ya somos, pero sabes…hasta el sol a veces equivoca en salir todas las mañanas».

Licencia de Creative CommonsUrgencias Primarias por Raúl “El Búho” Muñoz se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

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